Sheila, una de las nuevas novias contemporáneas

Hubo una era – más o menos entre la boda de Victoria de Inglaterra a mediados del siglo XIX y los principios del siglo XXI, justo antes de la última crisis económica – en que las novias buscaban ser más y más – volúmenes, complementos, brillo, estatus… todo sumaba para que una se sintiera en el día más importante de su vida.

Es cierto que, durante este período, ocurrieron parones en la ostentosidad nupcial: en los años 30/40 y en los años 60/70 del siglo XX – ambos períodos de guerra, crisis o relevos generacionales. Recientemente ha ocurrido algo similar con las novias. Después de la peor crisis económica de los últimos 50 años, a partir del 2010 (más o menos) gran parte de las novias volvieron a adoptar estilos más románticos y bohemios, se empezaron a preocupar menos con las convenciones nupciales y las bodas civiles subieron exponencialmente – así como aumentaron las marcas y diseñadores ofreciendo vestidos boho.

Está claro que se identifica aquí un ciclo en la moda nupcial, que a su vez se origina por una serie de factores sociales importantes, y esto nos puede incluso llevar a pensar que tal ciclo terminará y la ostentosidad volverá. Como diseñadora que soy, realmente también creo que esto ocurrirá pero la moda, como ciencia social, es bastante más compleja que una simple identificación de ciclos y repeticiones.

La verdad es que siempre que se inicia un nuevo ciclo en la moda, por mucho que este se pueda parecer a alguno de los ciclos pasados, la realidad demuestra que este nuevo ciclo siempre incorpora nuevas variables no contempladas antes. Sinceramente creo que es casi inevitable que las mujeres se quieran volver a vestir de una forma más impresionante (algo muy ligado a los ciclos económicos, ya que la ropa y los complementos son, y siempre han sido, símbolos de estatus), pero también es cierto que las nuevas mujeres cada vez más reunimos unas condiciones (a pesar del mucho trabajo que queda por hacer para lograr una igualdad de género) que nuestras madres, abuelas o tatarabuelas no tuvieron la suerte de alcanzar en su tiempo: independencia económica, ascensión laboral, liberación sexual. Puede que la sociedad aun no nos vea a las mujeres iguales que los hombres, pero es innegable que todos estos factores implican más libertad para las mujeres de hoy que la que tenían las mujeres de hace 50 años.

Y si las mujeres vamos siendo cada vez más libres, también significa que: vamos a ser más como queremos ser y menos como los estereotipos que nos imponen; vestiremos para ser atractivas, elegantes y sensuales, pero también para sentirnos cómodas y no simplemente como trofeos de un hombre; vamos a querer destacar por nuestro estatus y ascensión social pero tampoco renegaremos a nuestras raíces, autenticidad u orgullo de lo que somos y alcanzamos, sin Photoshop ni ansias de belleza surreal.

Por todo esto, las novias que están por llegar serán muy diferentes de las novias de principio de este siglo XXI – y es pensando en esas mujeres que he desarrollado mis diseños de novia.

He elegido a Sheila, una de las novias para quién diseñé el vestido de su boda este verano, como ejemplo de lo que os acabo de contar.

Su actitud, los momentos de su boda y consecuentemente su vestido creo que plasman perfectamente lo que serán las nuevas novias contemporáneas.

Juntando las ideas de Sheila con las mías, diseñé un vestido que, a pesar de la inspiración bohemia, va más allá de lo que sería un vestido romántico sencillo e introduce algunos puntos en la línea de lo que creo que marcará la tendencia de los próximos años.

He querido aprovechar al máximo la figura de Sheila, más que nada como adornando su cuerpo y creándole una segunda piel con una delicada capa de encaje bordado en beige que en ningún momento pareciera un añadido sino un todo.

Coloqué unas cadenas que le caían por los brazos, una sutileza barroca que en mi opinión añadió distinción al look.

Hemos dejado de lado cualquier cancán o corset, siendo que para proporcionar equilibrio a la figura solo usé sutiles formas con los tejidos (como por ejemplo en los hombros y escotes), junto con un ligero vuelo y cola en la falda.

A todo ello le añadí un juego de transparencias en la cola, que junto con el encaje bordado y unos escotes con proporciones geométricas eran más que suficientes para lucir lo atractiva que ya es Sheila de por sí. Características y detalles técnicos para aportar lo que casi todas las mujeres actuales buscamos: elegancia, comodidad y sensualidad.

Las fotos hablan por sí. Lo que se ve es espontaneidad, autenticidad y felicidad, sin máscaras, retoques o posados. Sheila, al igual que su marido, disfrutó, bailó y amó en el día de su boda – no sé si fue el día más importante de su vida, pero seguramente uno de los más felices (¡y también de los más divertidos!).

Sheila es una de esas novias modernas que forman parte de una innovadora tendencia nupcial, as las que yo suelo llamar las nuevas novias contemporáneas. Una tendencia en que las mujeres ya no son solo románticas o retro, ya no son solo clásicas o modernas, ya no son solo princesas o austeras, sino que cada mujer es dueña de su cuerpo, mente y destino, mientras que su estilismo delata sin tapujos a todos los demás la gran mujer que hay detrás.

LORENAPANEA

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