Suele pasar. Después de recorrer miles de instagrams y de perder media vida buceando en Pinterest, al fin puedes decir que sabes lo que buscas en tu vestido de novia. El problema viene cuando quieres algo que sale un poco de lo convencional. Entonces en ese caso, la búsqueda del vestido de novia que tienes en mente puede convertirse en una auténtica tortura. Hay dos opciones: sitios donde sí tienes ese estilo de vestidos pero tienes que hipotecar media casa para poder comprarlo o renuncias a tu preciado sueño.
Anna llegó a mi con ese problema: tenía muy claro que quería un vestido romántico con unos toques que lo hicieran diferente y más cañero pero estaba empezando a renunciar al vestido de sus sueños hasta que yo le ofrecí la solución que ella necesitaba. He de decir que la conexión que sentí con Anna fue mucho más allá de una simple relación de diseñadora y clienta y es por eso que para mí fue muy fácil comprender lo que ella necesitaba.
La boda de Anna fue un evento en pleno campo, en la tierra de su padre, un pequeño pueblo catalán llamado Salitja. Un evento con toques de los años 60 y 70 pensado para que la gente disfrutase y se relajase. En cuanto al vestido de Anna, estaba claro que había que resaltar su figura y es por eso que al final nos decantamos por un vestido ajustado con escote halter que ponía la atención en sus hombros.
El tul bordado del tejido le daba ese toque romántico que contrastaba con una espalda adornada con unas cadenas doradas formando una figura geométrica dando así ese punto rockero que ella quería. Además la cola del vestido tenía una transparencia que hacía aún más sexy la silueta de Anna. Ella, además, terminó de darle el toque final al look con unos complementos que no podían ser más acertados. Por cierto, mención especial al marido de Anna porque he de decir que hay muy pocos hombres que se atrevan a salir de los convencionales trajes de chaqueta, pero esta pareja es el ejemplo perfecto de que las tradiciones pueden y deben evolucionar. He de decir, que también hice una miniversión del vestido de Anna para su hija, una preciosa niña que seguro fue el centro de muchas de las miradas de ese día.
Al final, puedo decir que Anna se ha convertido para mí en algo más que una clienta, disfruté muchísimo trabajando a su lado y creando para ella el vestido que siempre quiso, porque ninguna mujer debería nunca renunciar a ser en el día de su boda lo que ella quiera ser.
Lorena Panea