Una boda es un evento que lleva meses de preparación. Normalmente eliges la fecha, el sitio, el vestido y poco a poco vas componiendo ese día en el que disfrutarás bailando, riendo y llorando junto a las personas que más te quieren. Dado mi papel como diseñadora, paso mucho tiempo con las novias y muchas veces las pruebas del vestido se convierten en charlas agradables donde hablamos un poco de todo.
Uno de mis momentos preferidos es cuando me reúno con las novias una vez pasada la boda. El otro día Raquel, que se casó este verano en Italia, me hizo una visita para contarme sus impresiones una vez pasado el ajetreo y los nervios del evento. Su cara lo decía todo, rebosaba felicidad por todos lados. Mientras mirábamos las fotos de su gran día, revivimos juntas cada momento del proceso en el que tanto ella como yo disfrutamos muchísimo.
A Raquel ya la conocía anteriormente. El año anterior acudió a mí porque necesitaba un vestido de invitada y ya por entonces quedó tan contenta que tenía claro que sería yo quien le diseñara su vestido de novia. Y sí, cumplió su palabra y un tiempo después la tenía en mi atelier con una sonrisa en la cara y toda la ilusión del mundo. Después de pruebas y más pruebas, Raquel se enamoró del modelo Dionea de mi colección Neo- Natura pero, eso sí, introdujimos juntas unos cambios para que el vestido fuera completamente suyo.
Con una base de crepe, la falda de Raquel tenía un toque de color gracias al tul en tonos nude. Su cintura quedaba enmarcada por tul bordado y la espalda lucía al completo con una abotonadura que le daba verticalidad y quedaba enmarcada en dos tiras de gasa. Elegante, minimalista y con toques de neo-barroco. Un sello de las novias Lorena Panea.
He de decir que durante todo el proceso, las pruebas más que pruebas parecían pequeñas fiestas en las que la novia, sus acompañantes y yo nos lo pasábamos de lujo. Todas y cada una de nosotras estaba implicada al máximo y de hecho una de las cosas que me dijo Raquel era que ahora que había pasado la boda, iba a echar de menos todas estas quedadas, charlas, planes y decisiones.
Como dije antes, una boda lleva meses de preparación y aunque el día grande es el mismo día del evento, una ha de disfrutar durante todo el camino. En mi caso, en el caso de Raquel y de todas mis novias, no tiene precio cuando ves su sonrisa al ver nacer su vestido de la nada y convertirse en algo suyo.
Lorena Panea