Uno de los secretos de mi crecimiento como diseñadora se basa en los viajes que realizo. Siempre que tengo algún momento para viajar, suelo dedicarlo a visitar exposiciones y eventos ligados a la Moda, que me ayuden a formarme en los diferentes campos del diseño, tendencias, patronaje e historia textil. Si ya tienes las bases técnicas y encima tienes una capacidad y actitud autodidacta, esta forma de autoformación es mucho más efectiva y gratificante que cualquier curso o escuela de Moda.
Esta vez había una exposición de Balenciaga en el fantástico museo-atelier Bourdelle de Paris, que yo no podía dejar escapar – así que me cogí un vuelo para la capital francesa y concebí mi visita alrededor de este evento, a la vez que también aprovechaba para conocer otros puntos de interés de la ciudad que no tuve oportunidad de visitar la última vez que estuve allí.
Siempre que se habla de Moda es inevitable hablar de Chanel, Dior y algunos otros grandes nombres históricos que marcaron esta industria para siempre, pero no toda la gente sabe que la génesis de toda esta alta costura proviene de un español que como muchos otros tuvieron que emigrar para triunfar: Cristóbal Balenciaga.
Hijo de pescador y costurera, este vasco llevó un estilo muy español al seno de la capital francesa para vestir a las parisinas a finales de los años 30. Mientras iba evolucionando, iba haciendo despuntar un estilo llamativo, ostentoso y a la vez moderno, que la Moda no había visto en muchos años y que llegó a los años 50 para que Christian Dior siguiera con su legado.
El negro fue uno de los colores más usados. Por un lado, jugando con sus diferentes tonalidades, mates y brillos, permite evocar tanto la intensidad de la luz, como el folclore y las tradiciones de nuestro país – de hecho, si os fijáis, en España la dualidad entre sombras y luces es inherente a todas las formas de expresión artísticas (e incluso religiosas y sociales). Por otro lado, el negro en la Moda es también constantemente una renuncia al color y todo su artificio, lo que permite conservar tan solo la esencia de los volúmenes, algo que Balenciaga dominaba perfectamente.
El museo Bourdelle no podía ser más indicado para esta magnífica exposición. Antoine Bourdelle fue uno de los escultores franceses más destacados durante la Belle Époque y este espectacular actual museo fue el taller en el que realizaba sus obras y por donde pasaron grandes nombres del impresionismo que venían aquí a aprender de su arte, y que se conserva tal y como su artista lo dejó.
Los vestidos de Balenciaga se exponen como un juego de sombras y espejos con las luminosas esculturas de Bourdelle, lo que no podía tener más sentido. Constantemente el diseño de Moda y la Escultura buscan el equilibrio de las proporciones y la correcta elección del material para adaptarse al movimiento. Aprendí con esta exposición que para Balenciaga los vestidos tomaban cuerpo una vez en el maniquí y que este maestro las terminaba de moldear y reajustar una vez sus prendas adquirían la forma deseada – algo muy similar a la técnica que empleo a cada día con mis clientas, cuando parto de un patronaje base que descompone la prenda en planos y finalmente la voy reajustando sobre el cuerpo de cada mujer según sus formas y según el tejido usado. Es así, se corta, se ciñe y se drapea en función del volumen de los cuerpos y peso/grosor/caída/tacto de cada tejido, así funcionamos los “couturiers”.
Aprendí muchísimo y he podido recordar que todos los diseñadores hemos de estar investigando y experimentando constantemente, para no solo evolucionar sino también para descomponer y construir la realidad con nuestro arte y savoir faire tradicional.
Suelo decir que cualquiera sabe hacer 4 trazos mal pintados o hablar de tendencias como si fuera un iluminado de la Moda – a menudo me encuentro con gente que se autodenomina “diseñador/a”, cuando muchos de ellos no han patronado o cosido una única prenda en su vida… Pero el talento en el diseño va mucho más allá de eso.
Ya en su época Balenciaga era uno de los pocos diseñadores que dominaba plenamente el patronaje, la costura, el manejo de los tejidos y la conexión con las mujeres que vestía. Como dijo la mismísima Coco Chanel sobre Balenciaga: Es el único de nosotros que es un verdadero “couturier”.