La figura de María, o Virgen María, es claramente la personalidad femenina máxima dentro de las dos mayores religiones del mundo.
Me atrevo incluso a decir que es tan importante como el hijo que dio a luz. María representa valores como la honradez, la humildad, la generosidad, la pureza, la abnegación…
Hay otras mujeres en los textos sagrados, a quién se atribuyen otros papeles. María Magdalena representa en parte la mujer redimida, mientras que Eva termina representando la seducción y tentación. En cualquier caso, ambas se alejan de los valores divinos e impolutos de María.
Sin embargo, no siempre se atribuyó estos roles tan marcados a las figuras femeninas en las religiones ancestrales… Es más, la mayoría de las veces, estos mismos roles dispares y duales se terminaban concentrando en una misma mujer, en una misma figura divina.
Al final hablamos de Teología, pero son varias las referencias y similitudes entre el culto a María y el culto que se prestó especialmente a dos diosas anteriores a Cristo: la egipcia Isis y Cybele de Anatolia.
Para no entrar en demasiado detalle (porque si no, mi post no se termina nunca…), os incentivo a que hagáis vuestra propia investigación histórica y teológica, en el caso de que querer saber más sobre los puntos en común entre estas 3 figuras divinas (María, Isis y Cybele).
De momento, me quiero centrar únicamente en la evolución de valores y roles que se observó tanto en las mujeres, como en las figuras divinas femeninas, a lo largo de la historia.
He hablado anteriormente en este blog sobre Isis – por ejemplo, he explicado como su culto es el origen del Carnaval, o la he representado en algunas de mis colecciones o desfiles de moda.
Las primeras referencias conocidas sobre esta diosa egipcia, la más importante del Antiguo Egipto, son del año 2.686 antes de Cristo….
Pero incluso Isis vino a reemplazar a otra diosa egipcia similar, que fue Maat – una diosa que se mezcló con los primeros conceptos egipcios de civilización, orden, equilibrio y justicia. De hecho, es fácilmente confundible la imagen de Isis con la de Maat…
Pero si queremos ahondar realmente en religión y teología, hay que viajar hasta Göbekli Tepe, en Anatolia, la actual Turquía, para conocer el templo religioso más antiguo que se conoce. Estamos hablando de una construcción de alrededor del año 10.000 antes de Cristo… ¡7000 años antes de las pirámides, una época en que el ser humano era todavía nómada!
En Göbekli Tepe se encuentran las primeras figuras de una diosa, a quién ya presté mi homenaje en mi primera colección de bikinis: Cybele – la primera mujer representada en ropajes menores y siempre acompañada de 2 poderosos leones.
De hecho, ambas figuras divinas, Isis y Cybele, se terminaron también ellas solapando y confundiendo durante todos estos milenios.
En cualquier caso, estas diosas ancestrales siempre se representaron como mujeres completas. No solo con los valores que encontramos más tarde en María (generosidad, piedad, amor, buenas madres y buenas esposas, etc…) sino también con las características más mundanas que encontramos en cualquier otra mujer (belleza, sabiduría, seducción, poder, venganza, a veces incluso agresividad).
Tal era el poder de estas diosas, que el Imperio Romano recurrió varias veces a su poder, para salvarse de las invasiones bárbaras que llegaron hasta las puertas de Roma. Su culto, tanto de Isis como Cybele, se propagó por todo el Imperio Romano y duró hasta el siglo V, con templos no solo en Roma sino también por todo el imperio. Los romanos las denominaban como Magna Mater, la Gran Madre.
Sin embargo, según el cristianismo que coexistía con ese culto tan extendido, solo un dios podía reinar.
Se destruyeron (casi) todas las referencias a Isis o Cybele en Roma, Egipto y Anatolia, y el principal templo de Magna Mater en Roma de derrumbó, para construir sobre sus escombros justamente el Vaticano que conocéis actualmente.
Aun así, no sería justo atribuir las culpas a la religión, ni mucho menos a Dios. ¡En realidad, en sus orígenes, el cristianismo surgió con un mensaje liberador para la mujer!
Mientras que otras religiones, como la mitología griega o el judaísmo, siempre atribuyeron un papel secundario a la mujer, los primeros apóstoles cristianos empezaron predicando un mensaje radical y rompedor con la realidad de la época: todos somos iguales para Dios.
Ya os podéis imaginar la revolución que eso supuso para muchas mujeres. Al punto de que más de la mitad de las iglesias de entonces fueron financiadas por mujeres, ciudadanas libres según las leyes del Imperio Romano.
Para que os hagáis una idea, en un evangelio que se escribió en el siglo II, se refiere la historia de San Pablo y de Tecla – una joven de Anatolia a quién no le motivaba adoptar el típico rol de mujer (casarse y tener hijos) y prefirió huir, para seguir a San Pablo en su evangelización.
Tampoco está demás leer sobre Teodora de Constantinopla, en el siglo VI, una mujer que nació pobre, incluso ejerció la prostitución, pero llegó a emperatriz del sacro imperio bizantino para convertirse en su gobernadora más poderosa, popular e influyente de siempre.
Teodora no solo supo gobernar con mano dura en los momentos críticos del imperio romano, sino que fue también una pionera del feminismo, al crear políticas que aumentaron e igualaron los derechos de las mujeres y permitió a muchas mujeres salir de la pobreza. De hecho, le debemos a Teodora el hecho de hoy poder celebrar la fiesta de la Virgen María.
La propia Teodora se convirtió en santa para la actual iglesia copta ortodoxa (el cristianismo más primitivo), sin cualquier complejo ni prejuicio.
¿Pero en qué momento se torció todo entonces para las mujeres?
Cómo os podéis imaginar, donde hay poder, hay disputas de poder… Y el poder creciente del cristianismo, con el protagonismo igualitario de las mujeres, rápidamente empezó generando los celos de algunas partes del sacerdocio masculino…
Una historia clara y crucial en el retroceso de los derechos divinos de las mujeres, es el papel que tuvo Agustín de Hipona. Este hábil filósofo, que disfrutó de los placeres tanto heterosexuales como homosexuales, como él mismo indicó en su autobiografía “Confesiones”, decidió finalmente abrazar el celibato (después de haberse casado y tener un hijo) y ejercer de obispo, para convertirse en uno de los máximos pensadores del catolicismo, a partir del siglo V.
Agustín, como buen filósofo y vividor, planteó una duda existencial: “si Dios es bueno, ¿por qué existe el Mal en el mundo?”. En una interpretación fundamentalista de la historia de Adán y Eva, ya os podéis imaginar quién fue la cabeza de turco… Agustín definió a Eva como la personificación del pecado original, una historia que se volvió popular en la edad medieval y se quedó en el imaginario colectivo hasta los días de hoy.
Cabe decir que Agustín ni sabía leer bien griego (la lengua que usaba San Pablo para evangelizar), por lo que sus interpretaciones de los textos sagrados eran fácilmente sesgadas y distorsionadas, pero eso es lo que pasa cuando elegimos a populistas…
A partir de entonces, la figura de femenina perdió esas características duales que la hacía tan humana, y a la vez tan poderosa y divina, para convertirse en un rol más angelical y pasivo, limitado al de buena madre y esposa – o, por lo contrario, para convertirse en un símbolo de pecado y tentación…
A partir de entonces, se asumió incluso que todos los dioses eran masculinos y las poderosas diosas, que habían reinado desde la Antigüedad, desaparecieron para siempre para convertirse en sencillos espejismos.
Se perdió el equilibrio, se perdió la igualdad, se perdió la Maat…
Hoy celebramos el día de Santa María y, con todo el respeto por esta figura divina, me atrevo a decir que nuestra Virgen María (tal y como la veía Teodora de Bizancio), así como Isis, Cybele o Maat, siempre fueron mucho más poderosas que lo que nos contaron los sacerdotes a lo largo de todos estos siglos.
Son, y siempre han sido, nuestras diosas femeninas las garantes y representantes de la Maat en nuestro mundo, con su poder único y divino de concebir la vida, así como con su carácter dual que tenemos como mujeres, más allá de los roles parciales que nos quieren atribuir.
Esta va a ser la temática de mi próximo desfile de novia, en la Barcelona Bridal Week, así que quedaros atentas.
Lorena Panea
Gracias a las investigaciones de la historiadora Bettany Hughes, que aporta luz sobre todos estos hechos documentados y que podéis comprobar facilmente.